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29 abr 2024
La colegiada Susana Herrero Para, especialista en Enfermería Familiar y Comunitaria, es la autora del artículo de opinión del número de abril de la revista 'Enfermeras de Madrid'.
La visión evolutiva del proceso salud – enfermedad, en el proceso de envejecimiento y desde un nuevo enfoque denominado Salutogénesis, plantea acciones en salud enfocadas hacia la conservación, bienestar y crecimiento del individuo, generando un nuevo cambio de pensamiento-acción salud positiva y una mejor calidad de vida. Se enfoca en determinar cuáles son las características del individuo, así como el contexto social que intervienen en el ámbito de la salud. Hace referencia principalmente a la teoría sobre del afrontamiento del estrés y no a la simple orientación patogénica del proceso del envejecimiento donde prima la enfermedad. Esto nos lleva al sobrediagnóstico y tratamiento en el paciente anciano con las consiguiente sobrecarga en el sistema sanitario y gestión de recursos (múltiples especialistas, pruebas diagnosticas, etc.).No estamos ante un error diagnóstico ni ante un falso positivo, ya que se realiza una asignación correcta basada en unos criterios determinados que identifican una entidad nosológica. Es un diagnóstico correcto, pero que no va tener una repercusión positiva en el pronóstico del paciente Se trata de determinar cuáles son las características personales de nuestro paciente anciano y su entorno que promueven la salud. Es decir, promover activos de salud. Acorde con este enfoque, Antonovsky introduce la salud como un continuo entre ease-disease. Es decir, entre bienestar y enfermedad en lugar de plantearlo como dualidad entre salud y enfermedad (health-disease).
El cambio de perspectiva con el modelo salutogénico engloba entre otros una serie de características personales que favorecen a la percepción y asimilación los estresores vitales como afrontables, controlables y coherentes. Pueden incluir factores materiales (dinero), el conocimiento y la inteligencia, la experiencia, los hábitos saludables, la autoestima, el apoyo social y familiar de las tradiciones, la religión y la filosofía de vida, o el estado de la mente. Por tanto, el anciano a pesar de comprender la demanda que se le presenta en el envejecimiento (comprensibilidad) y de verse capaz de enfrentarse a ella y poseedor de los recursos necesarios para ello (manejabilidad), si no le da a la situación un significado de relevancia el entorno próximo socio/familiar y sanitario, el sujeto no pondrá en marcha sus estrategias al no estar motivado para ello y le lleva a acciones que no van a tener repercusión positiva en su salud ya que va esperar que el sistema sanitario resuelva esa disease sin que él haga nada para mejorarlo. SUSANA HERRERO PARRA ENFERMERA ESPECIALISTA EN ENFERMERIA FAMILIAR Y COMUNITARIA
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