Este sitio web utiliza cookies para mejorar la experiencia del usuario. Puede aceptarlas pulsando sobre el botón.
Buscador :
Volver al Menú
7 oct 2021
Profesionales afectadas por esta enfermedad se han unido en un colectivo para reivindicar sus derechos y alertar sobre su situación, que en el caso de las enfermeras afecta a su desempeño laboral y puede llegar a comprometer la seguridad del paciente.
La historia de Ingrid y Mª Eugenia es, probablemente, la historia de muchas enfermeras que aún no le han puesto nombre a lo que les pasa. Nuestras protagonistas le ponen ese nombre: COVID persistente (o long COVID, como también se le conoce). Según los datos de los que disponen, entre un 10 y un 15% de los pacientes que se contagiaron de COVID padecen esta enfermedad que, básicamente, consiste en el padecimiento de múltiples síntomas que condicionan su día a día.
Mª Eugenia Díez (a la derecha en la imagen superior) es enfermera de UCI en un hospital público madrileño. Se contagió de COVID al principio de la pandemia, en marzo de 2020, cuando su unidad “era un campo de guerra y había que sobrevivir”. Para hacernos una idea de la situación de entonces, explica que cuando se contagió, aún no se había llegado a poner un EPI.
Dio positivo durante un mes, tiempo en el que le aparecieron síntomas muy diversos que aún hoy sigue padeciendo.
Lo peor de todo el proceso es la falta de empatía de algunos compañeros y profesionales sanitarios que están tratándola. “Te llegas a creer que te lo estás inventando”. Y es que también hay negacionistas del COVID persistente. Ingrid Robles, matrona en un hospital público y dos privados, también se contagió de COVID en marzo de 2020.
Estuvo casi 5 meses metida en la cama y perdió 18 kg de peso. Por el camino, una neumonitis. Cuando se incorporó a su trabajo era “como un fantasmilla”, según sus palabras. Su caso es especial porque tras el verano de 2020 volvió a contagiarse. Esta vez padeció una pericarditis. No generó anticuerpos y no volvió a trabajar hasta abril de este año. Le afectó sobre todo a nivel emocional, confiesa.
Es todavía poca la literatura científica sobre el COVID persistente pero se sabe que los pacientes que lo padecen han llegado a describir de media más de 30 síntomas diferentes. Mª Eugenia ha llegado a contabilizar 28. Tanto ella como Ingrid enumeran los más frecuentes: diarreas, escozor de ojos, visión borrosa, dolores articulares, dolor de cabeza, mareos, taquicardias, disnea, afonía, deterioro leve y moderado en ciertos aspectos de concentración y memoria, febrícula…
Ambas llaman la atención en este punto en una cosa importante: no hay que confundir estos síntomas con las secuelas del COVID, que son detectables con pruebas diagnósticas. En su caso, los síntomas no son medibles (excepto la febrícula).
Aparecen por brotes y fluctúan, pero siempre están ahí, explican. “Me he acostumbrado a vivir con esto”, dice Mª Eugenia.
Ambas enfermeras están actualmente trabajando aunque alternan bajas y altas en función de la virulencia de los síntomas. Mª Eugenia es clara respecto a la situación que vive en una unidad tan exigente como una UCI (haciendo turnos de noche también): “Me siento torpe y muy impotente en mi trabajo, no me veo con esa agilidad mental a la hora de una urgencia; yo me comparo con mi antes… tú me ves trabajando y parece que no me pasa nada pero mi antes no es igual… lo que antes tenía que revisar una vez por turno lo tengo que revisar ahora continuamente porque hay veces que no recuerdo si lo he hecho, y es un esfuerzo de concentración agotador”.
Esta situación la ha puesto en conocimiento de Riesgos Laborales de su centro. “Ellos deben evaluar el riesgo y yo fui a informarles porque creo que a veces se puede poner en peligro la vida de terceras personas”. Ingrid suscribe el relato de Mª Eugenia y asegura sentir a veces miedo desde la perspectiva de la seguridad del paciente. También lo vive en su puesto de trabajo y por eso cuenta que muchas veces tiene que sentarse durante un parto y que “te da hasta vergüenza decirlo porque estás supeditando al resto de las compañeras a que tiren un poquito más del carro porque tú no te puedes incorporar al cien por cien”.
Ambas reconocen que hay compañeras que lo entienden pero otras no, y por eso reclaman más apoyo, empatía y comprensión por parte de quien les rodea, incluidos los departamentos de Riesgos Laborales, a quienes sobre todo solicitan que les hagan el seguimiento necesario y evalúen una posible adaptación de puestos.
En materia de derechos laborales, indican que la legislación existente (y de reciente aprobación) les equipara en materia económica pero desde el colectivo de COVID persistente están luchando para que esta enfermedad se reconozca como accidente laboral y como enfermedad profesional ya que lo han adquirido en sus centros de trabajo. Esto significa que cuando se ven obligadas a coger una baja, esta es por enfermedad común.
Su estado de salud condiciona también sus vidas familiares. “Me siento como 40 años mayor”, asegura Mª Eugenia. Y esta circunstancia les afecta a la hora de conducir, de hacer ejercicio físico, hacer la compra y hasta de jugar con sus hijos. Igualmente, reclaman información sobre su enfermedad para que no se las estigmatice, puesto que se han encontrado casos de personas que han tenido que esconder su enfermedad por miedo al rechazo.
Tanto Mª Eugenia como Ingrid explican que contactaron con el colectivo de COVID persistente en Madrid a través de búsquedas en internet y redes sociales, una vez que comenzaron a experimentar los primeros síntomas y a sospechar de su diagnóstico.
A través de este grupo de personas, además de las reivindicaciones ya mencionadas, se reclama más investigación, más formación a los profesionales sanitarios y más información a la población en general.
Mª Eugenia profundiza un poco más y pide un abordaje multidisciplinar que gire en torno a la Atención Primaria, y que esté centrado en la cronicidad de la enfermedad.
El colectivo tiene una página de Facebook (Long COVID ACTS) y un correo electrónico para contactar: covidpersistentemadrid@gmail.com.
© CODEM · Avda Menendez Pelayo 93 28007 Madrid
Tfno: 915 526 604 ··
Email temas administrativos: oficina@codem.es Email temas profesionales: atencioncolegiado@codem.es
Desarrollo: GesCol, por PKF ATTEST