CODEM. Ilustre Colegio Oficial de Enfermería de Madrid

“Oye Dani, te tendríamos que hacer una analítica, corazón, que hace mucho tiempo que no te hacemos una”. Alba Sancho y Blanca Ibernón tratan de persudir a Dani (que no llegará a los 30 años de edad) de hacerse una analítica. Aunque no resulta fácil, acaban haciéndosela.

Ambas son enfermeras en ‘Madroño’. Para que nos hagamos una idea de lo que es ‘Madroño’, digamos que se trata de un centro de salud sobre ruedas que recorre diferentes puntos de la capital atendiendo a personas en situación de calle y con problemas de adicciones. Como Dani. Enfermeras de Madrid visita esta unidad móvil de Madrid Salud cerca de la estación de Príncipe Pío, en las inmediaciones de un centro de acogida, y allí podemos comprobar en primera persona la extraordinaria labor de ambas profesionales integradas en un equipo multidisciplinar formado también por otros perfiles como trabajadores sociales, psicólogos o médicos.

Blanca Ibernón (a la izquierda) y Alba Sancho. 

El goteo de pacientes que acuden a por su dosis de metadona es constante.

“Nuestra función básica es la dispensación de la metadona y de la medicación que necesite cada paciente y aparte de eso, cuando ingresan los pacientes, hacemos una valoración básica entre lo que se incluye la analítica de sangre, hacemos la prueba de la tuberculosis, toma de constantes, hablamos con el paciente de sus necesidades”, resume Alba.

Pero aparte de ello, realizan cura de heridas, vacunación (hepatitis A y B y gripe fundamentalmente pero también cualquier otra que puedan necesitar) y lo que vaya surgiendo en el día a día dentro de lo que puede llevarse a cabo en una unidad móvil.

Los pacientes no suelen ser conflictivos, aunque depende de su circunstancia en cada momento (más o menos consumo) o su situación personal, que suele ser complicada. “Dependiendo de todo eso, pueden tener días más difíciles”.

Las enfermeras, atendiendo a uno de los pacientes. 

Pero con todo eso, las enfermeras de ‘Madroño’ son en la mayoría de los casos el único contacto que tienen normalizado fuera del resto de gente con la que comparten su vida, de ahí que se cree un vínculo de confianza con ellas. “Nos cuentan cosas muy personales de ellos”, confiesan.

Ambas llevan unos cinco años ejerciendo en este recurso municipal puesto en marcha en 2004 y tienen claro cuáles son sus principales cualidades como profesionales. “No sé si son cualidades diferentes, pero sobre todo una visión mucho más tolerante ante este tipo de pacientes”, indica Alba, que razona que “hay que tener en cuenta que estás tratando con pacientes que están en una situación muy vulnerable, entonces nosotras tenemos una visión muy abierta en el tema de reducción del daño y entender que son pacientes que no pueden o no quieren dejar de consumir y nosotras tenemos que ayudarles a tener la situación mejor posible dentro de esa circunstancia, no intentar que dejen el consumo sino ayudarles en la situación en la que están ahora, y eso puede chocar un poco, igual no les tengo que decir deja de pincharte, sino cómo debes de pincharte, y esa es la visión abierta, tener mucha tolerancia y empatía”.

Y añade Blanca que también tener mucha paciencia “porque es un perfil que no vas a conseguir resultados inmediatamente, hay que tener una visión muy a largo plazo e incluso no llegas a obtener resultados, y tienes que tener la capacidad de afrontar que son pacientes que no van evolucionar como a ti te gustaría”.

“El encontrar el entorno de confianza que tienen aquí y la mirada libre de prejuicios, les ayuda mucho”, concluyen.

Y sí, finalmente Dani accedió a que le hicieran la analítica y en unos 10 días tendrá los resultados.