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24 jul 2024
Como líderes en las intervenciones de autocuidado, la figura de la enfermera es fundamental para aumentar la implicación y el empoderamiento de las personas y la sociedad con respecto a su salud y bienestar.
Hoy es el Día Mundial del Autocuidado, una fecha creada en 2011 por la Federación Global del Autocuidado (GSCF) para concienciar a toda la sociedad de la importancia de cuidar de nuestra salud las 24 horas del día y los siete días de la semana.
Sin embargo, la manera de realizar este autocuidado, que es el que permite -según la GSCF- a las personas hacerse cargo de su salud y bienestar, está cambiando. La población envejece y sus necesidades ya no son las mismas. Hay más enfermedades crónicas; aumenta la polimedicación, y son necesarias nuevas soluciones holísticas y cuidados profesionales y personalizados.
En este nuevo contexto, las enfermeras se han ido adecuando a las nuevas demandas sociales de cuidados, ya que son las profesionales clave en la promoción de la salud y la prevención de enfermedades, ambos conceptos fundamentales para una buena gestión del autocuidado. Y no hay que olvidar que, precisamente, el autocuidado es esencial en la Práctica Enfermera.
Como líderes en las intervenciones de autocuidado, su papel es fundamental para aumentar la implicación y el empoderamiento de las personas y la sociedad con respecto a su salud y bienestar en los ámbitos anteriormente mencionados de la promoción, prevención y control de enfermedades. Las enfermeras tienen que cuidar y enseñar a la población a que se cuide, trabajando siempre en equipos multidisciplinares.
Y lo hacen en intervenciones que ayuden a modificar estilos de vida relacionados con la alimentación y la higiene; en el autocontrol de la glucemia para la diabetes; el autocontrol de la presión arterial para detectar enfermedades cardíacas y la autoadministración de pruebas en relación con el VIH, entre otras.
Las enfermeras contribuyen a proporcionar un entorno propio para las intervenciones de autocuidado y aportan nuevos enfoques haciendo que se conviertan en verdaderas opciones de salud accesibles.
Y solo cuando las intervenciones de autocuidado se integren en los sistemas de salud se conseguirá fortalecer las instituciones mediante el uso eficiente de los recursos disponibles para la salud.
La Organización Mundial de la Salud, (OMS), en diferentes informes, ha manifestado que unos buenos resultados asociados a las intervenciones de autocuidado conseguirán una reducción de costes y una utilización más eficiente de los recursos y servicios de salud.
Pero para que este objetivo se consiga hay que aportar soluciones que ayuden a paliar, entre otros problemas, el déficit de enfermeras que hay en todo el mundo. La OMS indica que, según las tendencias actuales, en 2030 habrá 36 millones enfermeras, lo que supone un déficit previsto en función de las necesidades de 5,7 millones de profesionales.
Sigamos, por tanto, la indicación de este organismo internacional plasmada en su ‘Política sobre el Personal de Salud 2030’ dada a conocer el pasado septiembre, que indica que solo con el fortalecimiento de los recursos humanos se conseguirán sistemas de salud resilientes. Y es que, a pesar del papel fundamental que desempeñan las enfermeras en la atención de la salud, son necesarias inversiones en términos de educación, empleo, liderazgo y prestación de servicios de estos profesionales.
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