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24 ene 2020
Con motivo del Día Mundial de la Educación Ambiental que se celebra el 26 de enero, reproducimos un artículo de opinión de la colegiada Julia de Campos en el que expone que la industria sanitaria es “una de las más contaminantes” y anima, en este sentido, a que se tome conciencia y se reduzca la contaminación ambiental que se genera por la gran cantidad de residuos derivados de la actividad sanitaria en hospitales y centros sanitarios.
“Soy una enfermera en estos momentos ya jubilada. Desde mis inicios profesionales, y mucho antes, he sido una persona comprometida con el medio ambiente, antes de que sonaran las señales de alerta de la situación actual: la reciente Cumbre del Clima, que parece que nos ha hecho reaccionar a algunos.
Cuando yo empecé a trabajar como profesional de enfermería, los medios con los que contábamos en muchas ocasiones eran escasos, aunque se imponía un nuevo concepto de trabajo dentro del campo de la enfermería. De esto han pasado algunos años y he tenido la ocasión de vivir esa transición que, desde luego, no ha sido para mejorar en muchos aspectos; no ya solo la profesionalidad enfermera sino la atención al paciente, que es lo más importante. La situación que hace años vive la industria sanitaria rebasa en mucho los recursos medio ambientales. Gran parte de esto lo propiciamos los profesionales sanitarios, y en concreto la enfermería, a los que JAMÁS se nos ha inculcado la economía de medios. Cada uno la ha aplicado como ha podido o querido.
Las actuales direcciones de enfermería no sienten la menor preocupación porque se gaste y se malgaste todo tipo de material, sin el menor complejo de culpa. Es una asignatura que debería incluirse en los estudios. En muchas universidades ya existen e insisten en el tema ecológico como es de razón.
He podido vivir de primera mano situaciones que se dan día a día en todos los hospitales de España: Cada vez que a un paciente se le aplica una medicación IV, se le pone un nuevo sistema al suero donde va disuelto en antibiótico. O sea que si durante su ingreso tiene una pauta de antibiótico cada 6 horas, se le pondrán 4 sistemas al día, amén del suero que tiene puesto. En total, un paciente que está una semana ingresado gastaría 25/26 sistemas de suero. Esto elevado a todos los pacientes de todos los hospitales públicos resulta una monstruosidad a la cual hay que poner remedio urgente.
Se nos ha inculcado en las escuelas de enfermería que el hecho de conectar y desconectar un sistema de suero conlleva una posible contaminación, por la manipulación que supone. ¡No es así! Y de hecho se ha podido constatar. Esto es solo aplicado a los sistemas de suero, podemos suponer todo el resto de material y el montante tan bestial que suponen día a día jeringas, guantes, sondas y un largo etcétera incontrolable de los hospitales públicos -que no privados, ya que estos mantienen una política diferente; me he molestado en preguntar al personal sanitario-.
Esta situación resulta, a todas luces, INTOLERABLE no solamente desde el punto de vista económico, por disparar el gasto sanitario; sino desde el ecológico, tirando al año toneladas y toneladas de basura que hay que quemar, con lo que incrementan los gases de efecto invernadero.
El mensaje es claro: No podemos seguir con este ritmo absurdo. La enfermería y la industria sanitaria en general tienen que posicionarse de forma real ante el cambio climático, actuando de manera responsable en cada uno de sus actos, así como el personal auxiliar. Las direcciones de enfermería tienen que elaborar una serie de pautas sobre cómo deben actuar los profesionales que sientan como suyo aquello que usan diariamente en su desenvolvimiento profesional.
LA INDUSTRIA SANITARIA ES UNA DE LAS MAS CONTAMINANTES, HEMOS DE HACER ALGO”.
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