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17 jul 2024
Actualidad
Asistimos a una intervención quirúrgica en el Hospital Ramón y Cajal donde una de sus enfermeras nos descubre todos los secretos de su día a día como perfusionista, un rol 'hiperespecializado' imprescindible en cualquier cirugía cardíaca.
“Su corazón está parado, mira la línea del electro”, explica Sonia Amores en uno de los quirófanos del Hospital Ramón y Cajal.
Y efectivamente, sobre la mesa de operaciones, el paciente tiene su corazón parado mientras le extirpan un exoma o tumor. También tiene parados sus pulmones.
La responsable de que, horas después, ese corazón vuelva a latir y esos pulmones vuelvan a funcionar es precisamente Sonia Amores, una de las tres enfermeras perfusionistas con las que cuenta el centro.
“Las perfusionistas somos las responsables de manejar la bomba de circulación extracorpórea, que es la que hace de corazón y pulmón cuando están interviniendo al paciente de una cirugía cardíaca”, explica Sonia como si eso fuera sencillo, tras esa gigantesca máquina llena de cables, tubos y pantallas.
Sonia Amores, junto a la bomba de circulación extracorpórea.
Las enfermeras perfusionistas tienen muchas más competencias y responsabilidades que van más allá de esa máquina: también manejan el recuperador sanguíneo, el hemocrón, además de las cirugías programadas hacen también las de Urgencias, hacen ECMOS tanto respiratorias como circulatorias en cualquier unidad del hospital que lo requiera, hacen donaciones en asistolia, salidas extrahospitalarias con pacientes candidatos a trasplante cardíaco o pulmonar y participan en programas de investigación. Y por si fuera poco, son también las responsables del aparataje, de su mantenimiento, de sus revisiones, de pedir los fungibles que los componen y hasta de recogida de datos.
Normal, entonces, que sea un perfil difícil de encontrar, tal y como confirma Carmen Castedo, la supervisora de Sonia en los quirófanos del Ramón y Cajal.
“Tienen un conocimiento absoluto de la cirugía cardíaca”, añade Castedo.
Y es que la formación y actualización permanente y la ‘hiperespecialización’ son parte del ADN de estas profesionales que, desgraciadamente, como confirma la propia Sonia, no se sienten reconocidas de puertas de quirófano para afuera.
Y a todo ello se une la experiencia. En este caso, Sonia Amores lleva desde 1988 ejerciendo como perfusionista y las cosas han cambiado mucho desde entonces en materia de seguridad y recuerda en este punto cuando las antiguas máquinas presentaban un elevado riesgo de sufrir cortocircuitos.
Todas las enfermeras perfusionistas de la región hacen guardias localizadas de una semana de duración. “Es habitual que se las tenga que llamar”, confirma la supervisora.
“Cobramos un busca que son 133 horas como cualquier enfermera de trasplante que hace buscas localizados, como cualquier enfermera que tiene que estar localizada”, detalla Sonia. Y zanja: “Cobramos poco”.
Desde el Colegio Oficial de Enfermería de Madrid se entiende que esas guardias suponen un sobreesfuerzo y que su labor requiere una formación muy especializada que no se ve recompensada y reconocida, al igual que su papel fundamental en este tipo de intervenciones tanto para los pacientes como integrantes del equipo multidisciplinar. Igualmente, el pago de las guardias es diferente según el centro y no es parte de la jornada anual, una reivindicación que comparte el Colegio.
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